lunes, 18 de octubre de 2010

Correo y Comunicación

Tecnologías de comunicación y el diálogo efectivo


Jorge Miguel Veizaga R.*

La capacidad de comunicación de los seres humanos es algo que probablemente sea considerado como un rasgo distintivo o – cuando menos – un rasgo fundamental de la condición humana. En efecto, desde la emisión de sonidos torpes, sin ritmo ni armonía, sin lógica alguna, hasta los diferentes lenguajes y sus complejos gramaticales, la capacidad de comunicación entre los hombres ha seguido un largo camino. Cualquier reseña sobre ese amplio tema, nos recordará las formas indirectas de comunicación que van desde las señales de humo, con antorchas, con banderas, hasta el desarrollo de la escritura plasmada en tablillas, papiros, quipus, y el moderno papel.

Y es aquí cuando surge el correo convencional. Cuando la tecnología para la fabricación del papel se expande y no solamente los gobernantes y otros pocos privilegiados pueden comunicar a través de pergaminos lacrados, sino también, con el paso del tiempo y en la medida en que el papel se hace más accesible, una gran mayoría de personas escribe cartas llenas de: deseos, ordenes, impresiones, afectos, odios, demandas y ofertas. Largas distancias son cubiertas entonces por el consolidado “servicio de correo”, aparecen entonces los sellos postales y se desarrolla toda una estructura burocrática para sostener al servicio de correo y así atender la necesidad – digamos – “natural” de las personas de relacionarse, entenderse y participar.


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